
Alas, 1905
Mijaíl Kuzmín
Rusia
¿Por qué la elección?
Cuando tenía veintidós años, el escritor y músico Mijaíl Kuzmín (1872-1936), destacado exponente de la Edad de Plata de la poesía rusa, emprendió un viaje con su madre por el Mediterráneo, recorriendo Italia, Grecia, Turquía y Egipto. En Alejandría atravesó una fuerte crisis religiosa que lo alejó para siempre del cristianismo ortodoxo. En su lugar optó por una postura gnóstica que, en cualquier caso, no reñía con su interés estético por la Antigüedad grecorromana, así como por el simbolismo y el acmeísmo que, al regresar a San Petersburgo, encontró en boga en los círculos de artistas e intelectuales (algunos de los cuales compartían el interés de Kuzmín por el hedonismo y la experimentación sexual). Poco después, en 1905, publica su novela Alas, la primera en la literatura rusa en retratar una historia de amor entre dos hombres.
El libro narra el tímido y turbulento despertar sexual de Iván, un joven de la decadente aristocracia rural que se muda a San Petersburgo para vivir bajo la tutela de su tío y asistir al liceo. Allí, con no pocas resistencias internas, se enamora de Larión, cosmopolita y erudito, asiduo a los espacios clandestinos en los que se dan cita los homosexuales de la época (tertulias a las que solo asisten hombres y baños privados en barrios obreros). Un acontecimiento trágico provoca la separación de los dos jóvenes e Iván se embarca en una infructuosa búsqueda espiritual que lo lleva a Italia, donde se reencuentra con Larión. En ese momento debe enfrentar sus miedos y sus deseos, debatiéndose entre la libertad y la infelicidad. Larión le ha dicho que están a un paso de que les crezcan alas, pues toda belleza y todo amor provienen de los dioses; y, sin embargo, Iván duda.
En el fondo de la novela puede intuirse la crisis religiosa del propio Kuzmín, que con un intrincado simbolismo señala cómo la ortodoxia cristiana se olvida del cuerpo y del imperativo que presenta, a saber: que es necesario amar con fuerza todo aquello que mañana está condenado a morir.
Ficha técnica
“El amor no tiene otro objetivo más que sí mismo. La naturaleza también está despojada de cualquier sombra de idea de finalidad. Las leyes de la naturaleza pertenecen a una clase por completo diferente a las llamadas leyes divinas y humanas. La ley de la naturaleza no se reduce a que un árbol deba dar su fruto, sino que bajo determinadas condiciones ese árbol dará su fruto y bajo otras no lo dará, y que morirá cierta e igualmente tanto si da fruto como si no lo da.”
[…]
“La persona tiene que ser como un río o como un espejo. Debe aceptar todo lo que se refleja en ella. Entonces, como en el Volga, en esa persona habrá sol y nubes y bosques y altas montañas y ciudades con sus iglesias. De todo debe tener. Entonces todo se fundirá en ti.”
[…]
“–¿Qué pasará? ¿Qué pasará? –la abordó–. Las mejillas se hundirán y empalidecerán, el cuerpo se hinchará y se pondrá resbaladizo y se pudrirá, los gusanos roerán los ojos, ¡todas las articulaciones se desprenderán de nuestro amado cuerpo! Pero ¡es imposible contemplar los músculos y tendones del cuerpo humano sin estremecerse! ¡Todo terminará! ¡Todo perecerá! Yo aún no sé nada, no he visto nada, y sin embargo deseo…, deseo… Yo no soy insensible, no soy de piedra, y ahora conozco mi belleza. ¡Es terrible! ¡Terrible! ¿Quién me salvará?”