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  • Vista Chinesa, 2021

    Tatiana Salem Levy

    Brasil

    ¿Por qué la elección?

    Júlia escribe una carta para sus hijos. Ellos no saben leer aún, así como tampoco entienden el significado de la palabra “violación”; viven una infancia privilegiada con sus padres, y todo está bien. Sin embargo, sabiendo que nunca podrá contarles de frente que su madre fue violada un día por un desconocido, Júlia decide dejarles un testimonio escrito para que éste les encuentre a ellos (y no al revés) en el momento en que sea necesario. Así comienza Vista Chinesa, la novela de la brasileña Tatiana Salem Levy (1979), basada en la experiencia real de una de sus amigas.

    Primero Júlia describe con detalle el acontecimiento: una tarde sale a correr por Río de Janeiro y en Vista Chinesa es asaltada por un hombre armado, que la arrastra hacia el bosque y la viola con sevicia. Se entiende, entonces, que el objetivo de la novela no es llegar aquí, sino partir de este punto para preguntarse cómo hace una mujer para seguir viviendo después de algo así.

    Tras la narración del hecho, la novela se dispara en múltiples direcciones, alternando diversos momentos de la vida de Júlia de manera no lineal: el antes, cuando se hizo consciente del deseo de ser vista como una mujer bella y exitosa; el durante, repasando obsesivamente los detalles de la violación; el después, cuando experimenta la muerte de su cuerpo, la vergüenza, la culpa inexplicable, el rechazo de su propia sexualidad; sumado a un proceso desgastante y revictimizante con la policía y el sistema judicial, que la lleva a ver cómo a ella, una brasileña blanca y rica, se empeñan en hallarle un culpable por todos los barrios pobres de Río, cualquier culpable.

    Y finalmente el retorno a sí, la posibilidad de retomar su vida y rehabitar su cuerpo, de recobrar el deseo, de recordar sin derrumbarse, de encaminar el duelo de aquello que le fue arrebatado y no le será devuelto. Así el relato llega a puerto: a esos niños a los que Júlia escribe en secreto esperando que nunca tengan que ver el mal de frente, y que jamás lean esa carta.

    Ficha técnica

    “Veo partes, fragmentos de ese momento, un claro en el bosque un cinturón una bofetada mi garganta hojas en el cielo una boca moviéndose una lengua zapatos un pecho desnudo una bofetada un pájaro un puñetazo un cinturón hojas cayendo del cielo otro puñetazo ganas de vomitar mal sabor una nube dolor se va a romper mosquitos mal olor dentro otra bofetada fuera dolor dolor dolor una yaca dos yacas varias yacas un rostro los detalles de un rostro un rostro desfigurándose un rostro.”

    [...]

    “Fue entonces cuando dejé de pensar que estaba viva y empecé a preguntarme cómo iba a ser vivir después de aquello.”

    [...]

    “Cada vez que me miro desnuda en el espejo veo al agresor, y me dice que de nada sirve que me esfuerce, mi cuerpo fue destrozado, y un cuerpo destrozado nunca volverá a ser un cuerpo bello.”

    [...]

    “¿Hay una dosis de azar en este hecho que me destruyó y sigue destruyéndome? Sin duda. Pero hay algo que trasciende el azar, el odio de ese hombre, la violencia de ese hombre, el permiso que se dio para violar mi cuerpo. Eso no es azar. Ese fue mi encuentro fortuito con el mal.”

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