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  • Natalie Wynn - ContraPoints

    Ensayo

    por Jerónimo Atehortúa

    Tal vez la verdadera producción audiovisual política de masas haya que buscarla lejos del cine y la televisión. Quizá haya encontrado su espacio verdadero en las aguas turbias de internet, en los rincones de YouTube, donde sí puede tener un impacto real sobre el público. Prueba de ello es el canal de filosofía, sexualidad y género (entre otros) de Natalie Wynn, llamado ContraPoints.

    Desde 2016 Wynn reflexiona sobre los debates mediático-centrales de hoy, con la convicción de que estos asuntos, y el modo en que son discutidos, tienen un impacto real sobre las elecciones democráticas y, en consecuencia, sobre la vida de las personas. La relevancia de Wynn no se debe solo a la tenacidad de sus argumentos y discusiones, también a sus cualidades escénicas. ContraPoints es un verdadero teatro político. Y ¿acaso no ha sido siempre esta la forma adecuada para el debate público? Es justamente esa cualidad dramática que Wynn exhibe en cada video, lo que eleva la simple divulgación, a una arena para el pensamiento.

    Y tiene todo el sentido que en ContraPoints el debate tome la forma de un performance. Natalie Wynn es una mujer trans, y sabemos de sobra cuál es el valor que tiene para la identidad trans la idea de la puesta en escena. Este estilo es llevado a altos niveles a través de recursos cinematográficos caseros que Wynn despliega con solvencia. El propio canal de Wynn se convirtió en el escenario de su transición de género en tiempo real, sobre la que fue reflexionando. Aun así, recientemente decidió retirar todos los videos previos a su cambio ya no representaban su identidad actual. Wynn es antes que nada una gran performer, y es la fuerza de su teatro la que imprime pulso firme a sus ideas. Ella produce enteramente sus propios videos echando manos de intrincadas puestas en escena, encarnando múltiples personajes (todos interpretados por ella), vistiendo cientos de atuendos y pelucas, haciendo uso de sofisticados efectos de iluminación, montaje e intricados decorados. Aunque amateur, ContraPoints exhibe enormes valores de producción, en un estilo acusadamente camp.

    Wynn se ha dedicado a pensar en los argumentos comunes a las principales corrientes de pensamiento político modernas: el liberalismo, el feminismo, el marxismo, el postmodernismo, el conservadurismo y la izquierda. Gran parte de sus entradas son disquisiciones sobre la identidad de género y la sexualidad. Suele hacer uso de su propia biografía para pensar estos temas. Otro de los debates habituales de su canal es el del actual extremismo y radicalización de la agenda de ultraderecha en Estados Unidos y Europa: los incels, el supremasismo blanco, los movimientos alt-right, el neofascismo, Jordan Peterson, Ben Shapiro y compañía, hacen apariciones habituales en las que sus argumentos estrella son desmontados con rigurosidad.

    Parte de la fama de Wynn se debe a su constante distancia respecto al modo como se enseña la historia de la filosofía en la academia. El estudio de la filosofía, en sus palabras, “era como un tour guiado por los homosexuales más aburridos de la historia europea”. Ella abandonó sus estudios de PhD en Northwestern porque la filosofía en los términos de la academia estadounidense no está a la altura del debate público del presente. El conocimiento que allí se produce es tan especializado que restringe la posibilidad de que cualquiera por fuera de ese campo se interese mínimamente. “No quiero tolerancia, quiero confrontación” dice, con una alta dosis de ironía. Y es que ella se reconoce como activista política e incluso, en ocasiones, se ha llamado sardónicamente “propagandista de izquierda”. Su intención es clara, desalojar cualquier apariencia de neutralidad en su forma de abordar el debate. Y es que no es necesario declararse neutral para producir pensamiento riguroso. Todo lo contrario, nuestro tiempo requiere un posicionamiento afirmativo en torno a la política que se preocupa por expandir el campo de lo sensible.

    Uno de los nudos gordianos de la política actual es la constatación de que nadie está dispuesto a sentirse persuadido por la fuerza los hechos verificables. “La gente no cree en algo basada en los hechos o la evidencia, creen el algo motivados por las historias que se cuentan a sí mismos. Parte de lo que hago es entender esas historias, y cuál es la psicología detrás de esas historias que se cuentan”, explica Wynn.

    Quizá el lugar más satirizado por ella sea el de: “el libre mercado de las ideas”, aquel espacio simbólico donde se supone que circulan las opiniones formadas que componen el debate público, en donde deben acontecer los consensos bajo las leyes de la oferta y la demanda, cuya racionalidad no es menos mítica que la de un centro político. Sin embargo, la lógica detrás de este libre mercado de ideas tiende a equiparar opiniones basadas en hechos con argumentos delirantes. En muchos de sus videos Wynn se burla de la falsa noción de debate que se plantea en el mundo actual, intentando desactivar aquel tic falsamente dialéctico con el que se plantea cada controversia. Para cada asunto no necesariamente hay opiniones válidas a cada lado del espectro. Al hablar sobre la abolición de la esclavitud o del reconocimiento de los derechos humanos de la comunidad trans, por mencionar solo dos ejemplos, no es válido afirmar que las opiniones a favor y en contra son igualmente legítimas. Hay una base común para la discusión pública en la que es inadmisible cualquier posición que intente legitimar la segregación. Cuestión diferente es tratar de dilucidar por qué hay sectores de la población que aun quieren defender esa posición.

    Con su canal, Wynn busca sobre todo repolitizar la discusión. Muchos de los debates actuales (aborto, sexualidad, género) han sido enmascarados como asuntos morales y, por lo tanto, quedan relegados a terrenos de opiniones, creencias o valores religiosos, es decir, quedan fuera del alcance de la persuasión, protegidos por ideas dogmáticas incuestionables. ContraPoints trae al centro la figura del polemista, que tiene una larga tradición en el pensamiento occidental. Lo hace utilizando herramientas contemporáneas capaces de revitalizar el debate público con el objetivo de sacarlo del callejón ciego del relativismo subjetivista. Pero, aún más importante, su empresa es una poderosa afirmación de que el pensamiento y la crítica política también pueden ser sexy. Después de todo, la persuasión no se basa únicamente en argumentos racionales, también es un asunto estético y emocional.

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