• PT
  • /

  • ES
  • PT
  • /

  • ES
  • Mi año de descanso y relajación, 2018

    Ottessa Moshfegh

    Estados Unidos

    ¿Por qué la elección?

    En Mi año de descanso y relajación Ottessa Moshfegh (1981) logra la proeza narrativa de dar movimiento a la inacción y a la ausencia de cualquier deseo, excepto el de no hacer nada. Lo hace situando su relato en la Nueva York de antes del 11 de septiembre, cuando los aspectos más problemáticos de la cultura norteamericana seguían, en su mayoría, agazapados tras una endeble pátina de candidez, frivolidad y falso bienestar. Allí se instala la protagonista sin nombre de la novela, como una especie de vidente malograda, presa de una abulia inapelable que la mantiene plantada en su apartamento y la lleva a intentar vivir un año entero durmiendo (de 2000 a 2001), en una suerte de hibernación existencial que aspira a un nuevo comienzo a partir de la regeneración celular.

    Para llevar a cabo su experimento, la mujer se dedica a consumir compulsivamente las soluciones ofrecidas por la industria farmacéutica: hipnóticos, ansiolíticos, antidepresivos, analgésicos, antitusivos; todo bajo la “supervisión médica” de una psiquiatra mercenaria hallada en el directorio telefónico. Así, en su calidad de vidente irreflexiva, la protagonista también atisba la crisis de los opioides en Norteamérica, describiendo con detalle el paso del sueño a la pesadilla de la adicción, que se agrava en la medida en que es expuesta a los inanes discursos de autoayuda de su amiga Reva, principal obstáculo entre aquella mujer y el objetivo de vivir durmiendo.

    Las dos amigas representan, pues, las caras de una moneda de denominación poco común, a saber: la de las mujeres que encajan en los absurdos parámetros de belleza y validación de la sociedad estadounidense. Las dos son objetivamente bellas e inteligentes, si bien la protagonista lo es a pesar de sí misma, sin esfuerzo, lo que la lleva al desgano absoluto, mientras que Reva debe acudir a todo tipo de ayudas, incluyendo la bulimia, para mantener sus privilegios. Con todo, ambas se ven forzadas a vivir su vida en función de estos estándares.

    Ficha técnica

    “Nada tenía visos de realidad. Dormir, despertar, todo parecía un vuelo gris y monótono a través de las nubes. No mantenía conversaciones mentales conmigo misma. No había mucho que decir. Así supe que el sueño estaba surtiendo efecto: cada vez estaba menos apegada a la vida. Si seguía adelante, pensaba, desaparecería completamente y luego reaparecería bajo una nueva forma. Esa era mi esperanza.”

    […]

    “Ver cómo arruinaba todo lo profundo y real y doloroso expresándolo de una forma tan banal me daba razones para pensar que Reva era idiota y que por tanto podía despreciar su dolor y, con él, el mío. Reva era como las pastillas que me tomaba: transformaba todo, hasta el odio, hasta el amor, en borra que se podía descartar.”

    […]

    “Me preguntaba si algún día sería como ella, un hermoso pez en un estanque fabricado por el hombre, dando vueltas y vueltas, sobreviviendo al tedio únicamente porque la memoria solo almacenaba lo que había grabado en los últimos minutos de vida y borraba los pensamientos todo el tiempo.”

    […]

    “Me planteé que a lo mejor estaba muerta y no me dio pena, solo me preocupó por si el más allá iba a ser así, igual de aburrido. Si estoy muerta, pensé, que este sea el final. Esta estupidez.”

    ×

    Búsqueda

    Disciplinas

    Categorías