Gaslight, 1944
George Cukor
Estados Unidos

¿Por qué la elección?
Un hombre discute con su esposa. La encierra en su habitación. Sale de su casa en la brumosa noche londinense y vuelve a ingresar en ella por una puerta secreta. Escondido en la buhardilla de su casa victoriana manipula las luces, produce ruidos aterradores y simula voces fantasmagóricas para hacer creer a su esposa que padece una locura irremediable. Este es el ritual nocturno al que Paula Alquist (Ingrid Bergman) es sometida noche tras noche en Gaslight de George Cukor.
La película cuenta la historia de un hombre que, para apoderarse de la herencia de su esposa, intenta someterla psicológicamente usando un método tautológico y obsceno: enloquecerla convenciéndola de que está loca. Así, la acusa de haber perdido objetos que él esconde, de haber realizado actos irracionales que ella no recuerda y de tener miedos que ella nunca ha padecido.
En la década de los cuarenta, Hollywood produjo una serie de películas que borraban los límites entre el melodrama, el thriller, el terror y el film noir. Este cuerpo de obras forma un subgénero conocido como “melodrama negro”. Muchas de estas películas, entre las que están Rebecca de Hitchcock y Mildred Pierce de Michael Curtiz, fueron fundamentales en los estudios de cine feministas porque supieron dar forma, a través del estilo gótico, a violencias específicas de género.
Gaslight no solo es una obra maestra, sino que es también un referente cultural que dio lugar al término que hoy describe un tipo específico de abuso psicológico que se ejerce mayoritariamente en contra de las mujeres. Este tipo de violencia, que escapaba a la nominación y la explicación, es trascendido por esta película, que en en un acto político concreto, ayudó a nombrar y a ver aquello que previamente se escondía entre las grietas del lenguaje y la realidad.
Ficha técnica