¿Por qué la elección?

Ana Mendieta interpela al público sobre los femicidios de manera directa, haciendo una aguda crítica al silencio y a la complicidad de la sociedad frente a esos crímenes.
 Sangre y materiales orgánicos se deslizan por debajo de la puerta de la fachada del edificio donde Ana Mendieta vivía en 1973. Mientras la artista volcaba sangre desde adentro del edificio, afuera, su hermana registraba las reacciones de los transeúntes. A pesar de que era evidente que algo sucedía del otro lado de esa puerta, ninguna de las personas que pasó frente a ella se detuvo.

Ana Mendieta incomoda al público y cuestiona los pactos de silencio que imperan bajo la lógica del patriarcado. Su obra busca que el espectador se pregunte sobre cuál es su participación en la complicidad y el disimulo.