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  • Kim Ji-young, nacida en 1982, 2016

    Cho Nam-joo

    Corea del Sur

    ¿Por qué la elección?

    El relato de la vida anodina de Ji-young, una mujer bautizada con el nombre más común de su generación, representa uno de los mayores fenómenos editoriales de la última década en Asia, con ventas por cientos de miles de ejemplares, siendo mujeres la mayoría de sus lectoras. Quizá tal grado de representación se debe a que Cho Nam-joo (1978), la surcoreana autora de Kim Ji-young, nacida en 1982, acude a su mirada de socióloga para crear una ficción donde el uso de estadísticas y fuentes documentales constituye una decisión poética y política y, por tanto, se aviene de manera orgánica a la narración: cada problema de Ji-young tiene un contexto que la autora soporta con referencias, manifestando su intención de interpelar una realidad aún vigente en la que la desigualdad de género es estructural y evidenciable.

    Casi todo en la novela parece, pues, de algún modo, un dato estadístico, un hecho altamente probable en la vida de una mujer de clase media nacida en la Corea del Sur de los ochenta —en la transición de aquel país de un modelo agrario y proteccionista a uno posindustrial y neoliberal—: Ji-young crece en una familia en la que el hermano varón tiene privilegios sobre sus hermanas; acude a un sistema educativo donde los estudiantes hombres tienen mayor representación; se emplea en un sistema laboral precarizado, donde la desigualdad salarial entre hombres y mujeres es ostensible; se casa y tiene una hija —como se espera que haga— y, en virtud de ello, debe renunciar a su trabajo; en fin: una vida ordinaria, excepto porque Ji-young desarrolla un trastorno que de pronto la hace hablar y actuar como alguna de las mujeres que han pasado por su vida.

    Haciendo una descripción detallada de las microviolencias machistas, Cho denuncia la pervivencia de una tradición patriarcal que subyace en la cultura y que sobrevive a pesar de los cambios institucionales, más allá de la retórica de la igualdad y de los derechos supuestamente restituidos a las mujeres en las democracias modernas.

    Ficha técnica

    “Claramente se arrepentía de lo que había hecho con su vida, de su condición de madre. Kim Ji-young imaginó una piedra pequeña pero pesada y dura que retenía la larga falda de su madre, y se sintió triste al identificarse con esa piedra. Su madre, percatándose de ello, acarició con ternura su cabello despeinado.”

    […]

    “El mundo había cambiado muchísimo, pero las pequeñas reglas, los pactos y las costumbres seguían sin actualizarse. En conclusión, el mundo no había cambiado tanto. Kim Ji-young reflexionó nuevamente sobre lo que había dicho su marido, que el grado de compromiso varía con el papel de inscripción de matrimonio. ¿Sería que las leyes y los marcos institucionales regulaban los valores de las personas? ¿O serían los valores los que guiaban las leyes institucionales?”

    […]

    “Se planteó que quizá les estaba arrebatando a sus compañeras los derechos que les correspondían. Se encontraba en un dilema, en virtud del cual otras tantas trabajadoras que se hallaban en su misma situación eran tildadas de caraduras si hacían valer sus derechos o debían trabajar más duro que nunca si no querían ser objetos de críticas así.”

    […]

    “—¿No puedes dejar de decir que me vas a ayudar? Me hablas de ayudar en las tareas de la casa, en el cuidado de la niña e incluso en mi posible nuevo trabajo. Pero ¿esta no es también tu casa? La niña, ¿acaso no es también tu hija? Y si trabajo, ¿gasto yo sola el dinero que gano? ¿Por qué hablas como si me estuvieras haciendo un favor?”

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