¿Por qué la elección?

Buscadoras incansables del pneuma, del hálito vital, así como de la piedra filosofal, aquella sustancia alquímica que convertía en oro los materiales innobles y que era, en sí misma, elixir de vida; pintoras de paisajes de otros tiempos, de mundos oscuros iluminados por discretas creaciones de mujeres-pájaro, mujeres-árbol, mujeres-fuego encerradas en habitaciones y laberintos, o cobijadas por la noche; amantes de los gatos; europeas surrealistas en un país americano que todo lo cubre con una pátina de mito y sueño: las artistas Remedios Varo (1908-1963) –española refugiada de la Guerra Civil– y Leonora Carrington (1917-2011) –británica refugiada de la Segunda Guerra Mundial– se conocieron en México y, allí exiliadas, vivieron una intensa amistad cuyo testimonio más fiel, quizá, se encuentra ficcionado en La trompetilla acústica, la novela de Carrington.

Por supuesto, no es un relato realista: la historia que narra Marion, la protagonista, es tan fantástica y onírica como las pinturas de su creadora. Igual que Carrington, Marion es una inglesa varada en México; sueña con volver a su país y viajar a Laponia. Su refugio es su amiga Carmela, aficionada a los gatos y a las sardanas catalanas (como Varo), a quien visita todos los lunes. Un día Carmela le regala una enorme corneta para su oído, pues con noventa y nueve años ya está casi sorda; esa noche escucha a su familia discutir la posibilidad de enviarla a un asilo.

A partir de ahí, todo sucede como en un sueño delirante que incluye, entre otros: varias ancianas; una abadesa hereje del siglo XVIII; el vaso sagrado de Venus –la Diosa Madre– custodiado en el Tártaro por una hermafrodita barbuda y su consorte, un macho cabrío, con la misión de no dejarlo robar por los enviados del Dios Padre Vengativo; la inversión de los polos y el trastrocamiento de la rotación de la Tierra; y, finalmente, producto de esta alteración, la reubicación en el planisferio de Marion y Carmela en el lugar donde antes estaba Laponia, bajo la Estrella Polar.