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  • Lisístrata, 411 a. C

    Aristófanes

    Antigua Grecia

    ¿Por qué la elección?

    Porque Lisístrata, la comedia clásica del griego Aristófanes (444 a. C- 385 a. C), es el antecedente más antiguo de una peculiar forma de protesta adelantada por mujeres: la huelga sexual; porque es el primer registro de un gesto crucial para los futuros movimientos colectivos de la humanidad: cuando el ámbito privado emerge en el ámbito público y no al revés, y porque la comedia, de la que Aristófanes es precursor, comparte esa genialidad de la caricatura que, con trazos aparentemente azarosos, hace que salten a la vista los rasgos más definitorios de una realidad.

    La parodia y el humor en Lisístrata quitan el velo, revelan, dicen con la risa y aun con la vulgaridad lo que el tono grave, el silencio o el eufemismo esconden. Lisístrata, la heroína, libra una doble batalla: no solo debe forzar a los hombres a darle la espalda a la guerra (una larga y cruenta, la del Peloponeso, que arranca en el año 431 a. C., termina en el 404 a. C. y supone la decadencia de la luminosa Atenas), sino que además debe convencer a las mujeres de que la abstinencia sexual es la única herramienta posible y debe evitar que la voluntad de ellas se quiebre en el proceso. Y por momentos se quiebra.

    De Lisístrata en adelante, pero al parecer especialmente en el siglo XXI, este tipo de protesta se replica en diferentes y distantes países del mundo y se convierte en un recurso al que cada tanto han echado mano algunas mujeres cuando la muerte, la violencia, la desidia y el caos se imponen.

    Ficha técnica

    “Y qué es, querida Lisístrata, para lo que nos convocas a las mujeres? ¿Qué cosa? ¿De qué tamaño?” (Cleonica)

    “Tan peliagudo que de Grecia entera está la salvación en las mujeres.” (Lisístrata)

    “¿En las mujeres? ¡En poca cosa se fundaba!” (Cleonica)

    “Sí, en nosotras está la vida de la ciudad o el que deje de existir […]” (Lisístrata)

    “Pero qué cosa sensata o brillante podrían hacer las mujeres, que nos estamos en casa bien pintadas, con nuestros vestidos color azafrán, bien arregladas, […]” (Cleonica)

    “Esto mismo es lo que confío en que nos salve, los vestiditos de azafrán y los perfumes y los zapatos […] y las camisitas transparentes.

    […]

    Tanto, que ninguno de los hombres de ahora va a levantar la lanza contra otro…” (Lisístrata)

    “Voy a decíroslo, pero antes de decirlo, voy a preguntaros una cosita pequeña.” (Lisístrata)

    […]

    “No echáis de menos a los padres de vuestros niños, que están lejos en campaña? Porque sé de sobra que todas tenéis lejos al marido.” (Lisístrata)

    “El mío hace cinco meses, mi pobre amiga, que está en Tracia vigilando a Eúcrates.” (Cleonica)

    “Y el mío lleva siete meses enteros en Pilo.” (Mirrina)

    “Y el mío, si viene alguna vez de su unidad, agarra el escudo y se marcha volando.” (Lampitó)

    “No queda ni una chispita ya de amante. Desde que nos han traicionado los milesios no he visto ni un consolador de ocho dedos que pudiera sernos un alivio de cuero. ¿Queréis entonces, si encuentro una artimaña, poner fin conmigo a la guerra?” (Lisístrata)

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