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  • Otras voces, otros ámbitos, 1948

    Truman Capote

    Estados Unidos

    ¿Por qué la elección?

    El debut literario de Truman Capote (1924-1984) supuso, en su momento, un acontecimiento inusitado en el mercado editorial estadounidense de la época inmediatamente anterior a las tinieblas del macartismo y la cultura popular pacata y conservadora de la década de los cincuenta. Con apenas 24 años, el autor se erigía como el niño terrible de las letras estadounidenses, y su novela Otras voces, otros ámbitos se convertía –junto con relatos como Reflejos en un ojo dorado, de Carson McCullers– en obra pionera de la literatura queer norteamericana.

    Al estereotipo del adolescente que se “hace hombre” en la guerra, en el trabajo, en el amor viril, Capote contrapone la entrada a la adultez de un joven solitario y “afeminado” llamado Joel Knox, que solo desea ser amado y que, en cambio, apenas logra forjar lazos frágiles con seres igual de oprimidos en la sociedad machista y racista del sur estadounidense: Idabel, una muchacha tosca que no se reconoce a sí misma como mujer; Zoo, una sirvienta que ha sufrido todas la violencias infligidas sobre las mujeres negras; miss Wisteria, un “fenómeno” de feria ambulante; Jesus Fever y Little Sunshine, ancianos negros desahuciados y delirantes; y sobre todo Randolph, el dueño de la casa que acoge a Joel, un atormentado pintor homosexual y travesti que le acompaña en la angustiante búsqueda de su propia identidad, a la que los dos se entregan exultantes.

    La proeza de Capote se sustenta en su calidad poética, en su capacidad única para elaborar pasajes de innegable belleza formal y sorprendente cualidad onírica, propias del realismo enrarecido del gótico sureño del cual es deudor. La factura de su prosa ayudó, sin duda, a vencer las resistencias de un medio literario en el que el molde eran los autores vigorosos del tipo de Ernest Hemingway y Henry Miller: hombres blancos bohemios y cosmopolitas que se baten en duelos con toros y seducen mujeres hermosas en escenarios de aventura. Abriéndose paso entre ellos apareció esta provocadora novela de iniciación.

    Ficha técnica

    “Permíteme que comience diciéndote que yo estaba enamorado. Una confesión corriente, es verdad, pero no un hecho ordinario, porque muy pocos aprendemos que amor es ternura y que ternura no es, como muchos sospechan, piedad. Y somos poquísimos los que sabemos que la felicidad en el amor no es la concentración absoluta de todas las emociones en otra emoción. Siempre hay que amar muchas cosas que el amado solo puede simbolizar. Los verdaderos amados del mundo son, a ojos de sus amantes, lilas en flor, fanales de barcos, campanas de escuela, un paisaje, conversaciones recortadas, amigos, el domingo de un niño, voces perdidas, el traje favorito, el otoño y las demás estaciones, la memoria, sí, porque es la tierra y el agua de la existencia, la memoria.”

    […]

    “Cualquier amor que haya en la naturaleza de una persona es natural y hermoso. Solo los hipócritas responsabilizan a un hombre de lo que ama, solo los analfabetos emocionales y los detentadores de la santa envidia, que en su preocupación agitada confunden frecuentemente la flecha que señala el cielo con la que conduce al infierno.”

    […]

    “Su amor estaba en la tierra, inmóvil, destrozado, con flores secas donde tendría que haber ojos, con musgo en los labios; su amor estaba lejos, alimentándose de la lluvia, mientras en sus ruinas florecían los lirios como espuma.”

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