
Retrato de Shunkin, 1933
Jun'ichirō Tanizaki
Japón
¿Por qué la elección?
La celebración de las sombras, la inclinación por la oscuridad, la búsqueda de la belleza, la profundidad y la verdad en lo recóndito, eso hace Jun'ichirō Tanizaki (1886-1965) en buena parte de sus obras. Lo hace en su Elogio de la sombra, cuando alude a los espacios en los que habitamos, y lo hace en Sobre Shunkin cuando se refiere a lo que somos y a quienes amamos.
Su obra, lejos de la atracción por el afuera, por el brillo y por la luminosidad, tan propias de Occidente y del Japón moderno, es una descripción de la tradición japonesa y un llamado a girar los ojos hacia adentro; adentro de los espacios o adentro de uno mismo, para encontrar ahí, en ese lugar sin luz y sin ruido, el vínculo más fiel con lo real del mundo y con lo verdadero de nosotros mismos.
Sobre Shunkin es una historia de amor entre una ama y un criado, entre una profesora y un alumno. Un amor improbable y secreto entre una bella, ciega y déspota virtuosa de la música y su fiel lazarillo, quien además fue su más aventajado alumno y amante. Se trata de un vínculo construido sobre las diferencias y alimentado de la distancia, pero que alcanza, con el paso del tiempo y el duro transcurrir de esas vidas, la más absoluta fusión física y espiritual. En esta, de manera más decisiva que en sus otras obras, Tanizaki ofrece su retrato femenino más acabado; ese en el que las mujeres son seres deslumbrantes e inaccesibles ante las cuales lo único que queda por hacer es doblegarse.
Ficha técnica
“Supongo que la gente considera que ser ciego es un desgracia terrible, pero yo nunca lo he sentido así. Al contrario, a mí me convirtió el mundo en un paraíso, en el que sólo estábamos juntos mi señora y yo. Cuando pierdes la vista tomas conciencia de toda clase de cosas en las que nunca te habías fijado. Sólo después de quedarme ciego comprendí lo bella que era. Por fin pude apreciar cabalmente la blandura de su cuerpo, la finura de su piel, su voz exquisita... ¿Por qué hasta entonces no me habían conmovido tanto sus encantos? Pero sobre todo me asombró la revelación repentina de su arte con el samisen. Yo siempre había dicho que era un genio, que estaba muy por encima de mi modesto nivel, pero la verdadera medida de su superioridad me dejó atónito. Qué estúpido había sido al no darme cuenta antes, pensé. Aunque los dioses se hubieran ofrecido a devolverme la vista, creo que no habría querido. Fue por ser ciegos los dos por lo que experimentamos una felicidad que las personas corrientes no conocen.”
[…]
“Tal vez aquella canción le hiciera añorar a Tenko el sol y la libertad de su valle natal. Pero ¿qué recuerdos le traería a Sasuke tocarla? Durante años había conocido a su Shunkin ideal a través del sonido y del tacto; ¿llenaría entonces el vacío de su vida con la música? Mientras nos acordamos de ellos, podemos ver en sueños a los muertos; pero para Sasuke, que cuando aún estaba viva su amante sólo la veía en sueños, quizá fuera difícil darse cuenta de en qué momento se produjo la separación.”