¿Por qué la elección?

Las imágenes transgresoras de la obra de Carmen Calvo (1950 ) cuestionan la religión, la sexualidad, la educación, la infancia, las distintas violencias que imperan en la familia y en la sociedad, y la desigualdad de género. En su producción artística, que abarca una pluralidad de medios como la pintura, el dibujo, el collage, las instalaciones y las fotografías intervenidas, Calvo utiliza múltiples recursos técnicos, elementos cotidianos y objetos encontrados configurando una obra con una atmosfera onírica, irreal y a veces siniestra, propia del lenguaje surrealista.

En Grave pasión encantadora, su representación metafórica de la opresión, la artista interviene la fotografía anónima de una mujer vestida de negro que mira de frente a la cámara en primer plano, poniéndole unas esposas metálicas rojas de sex shop a manera de prendedor sobre la camisa. En la misma línea y frente a la violencia machista y las inequidades de género, está Los cielos están cosidos, un fotomontaje de nueve metros que produce también a partir de otro retrato femenino anónimo intervenido con unas cuerdas que atraviesan y tapan los ojos y partes de la cara de la mujer. La poderosa carga simbólica y narrativa que otorgan estos objetos encontrados a su obra la consigue también con otro elemento que utiliza de manera recurrente en el marco de sus producciones de carácter feminista: el pelo. Este, que es símbolo de belleza, sexualidad e identidad femeninas, también lo es de castigo o de sometimiento como queda plasmado en Sin título, 1969, cuadro en el que un hombre enorme, un cazador con una escopeta en la mano y unos binoculares colgando sobre su cuello, levanta del pelo a una mujer sin brazos, desnuda y arrodillada a sus pies como si fuera su presa de caza.

La naturaleza de la obra de Calvo es inquietante, crítica y reivindicativa. “La belleza será convulsiva o no será”, dice esta creadora contemporánea que busca con su arte sacudir lo establecido y repensar la sociedad.