
Porzia si ferisce alla gamba, 1664
Elisabetta Sirani
Italia
¿Por qué la elección?
Elisabetta Sirani (1638-1665) en su obra Porcia hiriéndose el muslo proyecta una mujer heroica y valiente. Una perspectiva que difiere de las otras representaciones del mismo relato histórico plasmadas por artistas masculinos del siglo XVII, en las que Porcia no encarna una heroína, sino una mártir. En el evento de la historia romana (siglo I a. C,) que relata Plutarco, Marco Junio Bruto planea el asesinato de Julio César, pero no confía a su esposa, Porcia Catonis, su secreto por temor a que ella pudiera revelarlo en caso de ser torturada. Porcia se corta la pierna y padece durante un día entero un gran dolor físico para demostrar así su resistencia y hacerse merecedora de su confianza.
Sirani fue una de las pocas mujeres artistas del barroco italiano y una de las últimas representantes de la escuela de Bolonia, en el siglo XVII. En contra de las convenciones y parámetros establecidos respecto de lo que debían pintar las mujeres de la época, –retratos o bodegones–, Porcia hiriéndose el muslo es una clara emancipación de esas limitaciones y una declaración manifiesta del interés de la artista por la representación de mujeres heroicas que triunfan por su virtud, como lo había plasmado anteriormente en Judith con la cabeza de Holofernes o en Timoclea matando a su violador. En esta pintura, Porcia, vestida de rojo, con su pierna levantada y su brazo en alto, tras haber herido su muslo que derrama sangre, transmite seguridad y determinación. Al fondo, en otra habitación, se ven cuatro mujeres conversando y cosiendo, en una escena reveladora del contraste entre el rol tradicional diseñado para la mujer y la Porcia de Sirani. Esta es una heroína que, en un acto de autonomía y valor, se hace daño como prueba de fortaleza, para ser respetada y tenida en cuenta en el mundo de los hombres.
De alguna manera Elisabetta Sirani es Porcia. El control patriarcal, el de la Iglesia y la misoginia predominantes en el arte del siglo XVII, le exigieron coraje y una fuerza de carácter excepcionales para sortear infinidad de obstáculos en la consecución de sus logros artísticos. Logros que tuvo que demostrar pintando en público ante la incredulidad de que su extraordinario arte, por ser mujer, sí fuera realmente suyo.
Ficha técnica

Judith con la cabeza de Holofernes, 1638 - 1665
