
Teresa, la mujer mesa, 1970
Hernando Tejada
Colombia
¿Por qué la elección?
Se llama Teresa pero nada la identifica como individuo. Animado por pestañas imposibles, su rostro no es único ni tampoco un retrato, lo cual no implica que esta “mujer” no tenga identidad. Se constituye por la suma de sus partes, a la manera de un Zeuxis pintando a una Helena –a partir de las “mejores partes” de modelos diversas. Pero ojo: porque el peligro latente de este mito sobre la creación artística es una linea delgada entre la captación de la “belleza ideal” y la monstruosidad.
A primera vista, Teresasobresale por la oferta generosa de sus senos apoyados en una repisa, mientras reposa su cara sobre dedos cargados de joyas y nos mira insistentemente, a través de una melena rizada cuyos bucles enmarcan la escena. Su seno izquierdo se abre como un relicario en el que se esconde un vaso pequeño, como para recolectar leche o gotas de sangre. Desde la perspectiva de quien está sentado del otro lado de la mesa, hay una exaltación de una feminidad rotunda. Y sin embargo, ¡es una mujer sin cuerpo! (Si es que se puede ser mujer sin ser cuerpo.) Si bien las arandelas de la mesa hacen las veces de un vestido, no es simplemente que el cuerpo quede reemplazado por la mesa: existe a través de los instrumentos de coqueteo, que van desde la pestañina empalagosa hasta los moñitos de corazón sobre sus pies.
Esta forma disyuntiva de composición se recalca por el contraste de la materialidad burda del tallado. Incomoda por el lugar intermedio que ocupa: la tensión entre la parte y el todo la convierte en un especie de busto relicario, la sitúa entre pedestal y objeto escultórico, y simultáneamente recuerda a las “mujeres casa” de Louise Bourgeois, así su concepción del cuerpo esté en el espectro opuesto.
Ficha técnica

