¿Por qué la elección?

Al llegar la década de los noventa, el Sida lleva ya casi diez años cobrándose innumerables vidas. Los activistas de Act Up-París, organización creada a finales de la década de los ochenta en Estados Unidos, multiplican sus acciones para luchar contra la indiferencia generalizada y la estigmatización social de quienes sufren la enfermedad, realizando fuertes intervenciones, performances y manifestaciones.

120 battements par minute se alinea con varios films anteriores que abordaron la crisis del VIH-Sida desde diversas miradas. Pero su singularidad reside en la reflexión crítica y la mirada política que ofrece sobre los diferentes agentes que intervienen en la epidemia: políticos, científicos, medios de comunicación y, sobre todo, las empresas farmacéuticas, distan mucho de ser neutrales; y en lo que respecta al activismo, la película no omite las tensiones entre el ala lobbysta y su contraparte más radical.

Es en este marco que se cruzan las vidas de Sean, militante radical y Nathan, un nuevo miembro del grupo. De lo contextual a lo individual, de lo público a lo íntimo, aquí los cuerpos son absolutos protagonistas en la oscilación constante entre el placer y el dolor, la vitalidad y la muerte. La película da cuenta de cómo la epidemia del Sida invade las vidas cotidianas de esta juventud, mayormente homosexual, atravesando las emocionalidades que en ellos se alojan, sus vínculos y afectos. A diario su lucha incluye convertirse en enfermeros de sus propios compañeros, especializarse en lo más actualizado de la virología, ser publicistas de sus ideas y volverse militantes profesionales.

Con composiciones visuales de gran belleza y la banda sonora electrónica de Arnaud Rebotini, el director Robin Campillo termina por conformar una poética audiovisual a la altura de aquella que caracterizó y distinguió las intervenciones públicas del colectivo Act-Up.