¿Por qué la elección?

En su carrera como cineasta y productora independiente, Alice Guy-Blaché, con una filmografía de más de 600 películas, llegó a competir con Hollywood y se adelantó a sus contemporáneos y a su propio tiempo, denunciando la exclusión que estaban sufriendo las mujeres en el mundo del cine, que se convertía cada vez más en un negocio rentable y en el medio de comunicación masivo por excelencia.

En este clásico corto de 1906, la cineasta pionera del cine narrativo imagina, con un agudo tono satírico, cómo sería un mundo invertido, “del revés”, donde las mujeres ocuparan el rol socialmente asignado a los hombres, y viceversa. Los escenarios son espacios mundanos, públicos y privados, que se ven transformados por la inversión de los roles estereotípicos de género, con los hombres realizando el trabajo doméstico, cuidando a los niños, mientras las mujeres en pantalones se distienden fumando y bebiendo. Las escenas de deseo sexual desenfrenado son particularmente expresivas, siendo los hombres objeto de desagradables acosos.

Aunque algunas veces ha sido interpretada una connotación anti-feminista (sentido quizás anclado en el título de la pieza), el corto presenta una operación de desnaturalización de los dobles estándares de género de la sociedad, partiendo por la magnífica ocurrencia de sugerir que los hombres no soportarían los maltratos que sufren las mujeres. De allí se desprende una pregunta que no deja de resonar hasta nuestros días: ¿por qué entonces se pretende que las mujeres sí los toleren? Al mostrar en el final a los hombres unidos por sus derechos, la narrativa puede conducirnos a validar el feminismo como una táctica legítima, sugiriendo su necesidad.