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  • M. Butterfly, 1993

    David Cronenberg

    Canadá

    ¿Por qué la elección?

    “¿Por qué los roles de mujeres son interpretados por hombres en la Ópera de Pekín?”, pregunta retóricamente el personaje de Song Liling en M. Butterfly, de David Cronenberg. Luego se contesta a sí misma: “Es porque solamente un hombre sabe cómo debería comportarse una mujer”. Esta frase irónica sintetiza quizá el conflicto central de esta película que pone en juego las relaciones existentes entre la performatividad del género, el deseo y la dominación colonial/patriarcal. M. Butterfly es un sofisticado relato acerca de un hombre que vive en una realidad simulada (en parte por él mismo), creada por sus propias fantasías sexuales. Esas mismas fantasías, como Cronenberg nos enseña, tienen bastante en común con las ideas que Occidente se da así mismo para justificar su actividad colonial sobre Oriente.

    La película cuenta el romance entre René Gallimard, un diplomático francés, con una cantante china de la ópera (Song Liling). Ella en realidad es una espía del régimen de Mao Tse Tung. De forma improbable, el romance entre los dos se extiende por años, e incluso él llega a pensar que ha tenido un hijo con ella. En M. Butterfly las fantasías que se proyectan sobre el mundo, son el verdadero material que da forma a la realidad. Por eso aunque anuncia estar “basada en hechos reales”, ella resulta del todo inverosímil. Esto lejos de ser un defecto es una estrategia de Cronenberg para mostrar cómo el deseo es moldeado de acuerdo a construcciones a la mediada del biopoder, pues no hay nada de natural en la performance en la que tiene lugar nuestro deseo.

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