
Casa de muñecas, 1879
Henrik Ibsen
Dinamarca
¿Por qué la elección?
Si Nora debe o no debe ser una heroína feminista ha sido un debate frecuente alrededor de Casa de muñecas de Henrik Ibsen (1928 - 1906). Para un feminismo intransigente, ella sería demasiado baladí como para representar la causa. Para otros, la intención de Ibsen –como si eso fuera de verdad relevante– no era abordar la situación y los derechos de las mujeres, sino hacer una acabada y lúcida descripción de la humanidad.
Y justamente es esa acabada y lúcida descripción de la humanidad la que hace de Casa de muñecas una obra imprescindible para las mujeres. ¿Qué puede servir mejor a la causa femenina que una descripción de la humanidad en la que el lugar que las mujeres ocupan se reduce a la infantilización, la frivolización, la irracionalidad, la inconsciencia política y la irresponsabilidad económica? ¿Qué mejor que una obra en la que la heroína, harta de su destino, protagoniza una huida memorable?
La obra de teatro, estrenada el 21 de diciembre de 1879 en el Teatro Real de Copenhague, gira alrededor de Nora, madre de tres hijos, felizmente casada, que es chantajeada por haber cometido un ilícito para favorecer a su esposo. Este, al enterarse, sin apreciar o entender su gesto la castiga y la aísla hasta empujarla a la toma de conciencia sobre su lugar en esa familia, a dejarlo todo y a emprender lo que sería su búsqueda personal. Porque Ibsen lo supo en su momento también: para las mujeres encontrarse a sí mismas significa casi siempre huir.
Ficha técnica
“NORA.—(Haciendo un gesto negativo con la cabeza.) Nunca me quisisteis. Os resultaba divertido encapricharos por mí, nada más.
HELMER.—Pero, Nora, ¿qué palabras son ésas?
NORA.—La pura verdad, Torvaldo. Cuando vivía con papá, él me manifestaba todas sus ideas y yo las seguía. Si tenía otras diferentes, me guardaba muy bien de decirlo, porque no le habría gustado. Me llamaba su muñequita, y jugaba conmigo ni más ni menos que yo con mis muñecas. Después vine a esta casa contigo…
HELMER.—¡Qué términos empleas para hablar de nuestro matrimonio!…
NORA.—(Sin inmutarse.) Quiero decir que pasé de manos de papá a las tuyas. Tú me formaste a tu gusto, y yo participaba de él… o lo fingía… no lo sé con exactitud; creo que más bien lo uno y lo otro. Cuando ahora miro hacia atrás, me parece que he vivido aquí como una pobre… al día. Vivía de hacer piruetas para divertirte, Torvaldo. Como tú querías. Tú y papá habéis cometido un gran error conmigo: sois culpables de que no haya llegado a ser nunca nada.
HELMER.—¡Qué injusta y desagradecida eres, Nora! ¿No has sido feliz aquí?
NORA.—No, nunca. Creí serlo; pero no lo he sido jamás.
HELMER.—¿No… que no has sido feliz?…
NORA.—No; sólo estaba alegre, y eso es todo. Eras tan bueno conmigo… Pero nuestro hogar no ha sido más que un cuarto de recreo. He sido muñeca grande en esta casa, como fui muñeca pequeña en casa de papá. Y a su vez los niños han sido mis muñecos. Me divertía que jugaras conmigo, como a los niños verme jugar con ellos. He aquí lo que ha sido nuestro matrimonio, Torvaldo.
HELMER.—Hay algo de verdad en lo que dices… aunque muy exagerado. Pero desde hoy todo cambiará; ya han pasado los tiempos de jugar y ha llegado la hora de la educación.
NORA.—¿La educación de quién? ¿La mía o la de los niños?
HELMER.—La tuya y la de los niños, Nora.
NORA.—¡Ay! Torvaldo, tú no eres capaz de educarme, de hacer de mí la esposa que necesitas.
HELMER.—¿Y me lo dices tú?
NORA.—¿Y yo… qué preparación tengo para educar a los niños?
HELMER.—¡Nora!
NORA.—¿No has dicho tú mismo hace un momento que es una misión que no te atreves a confiarme?…
HELMER.—Estaba excitado… ¿Cómo puedes reparar en eso?
NORA.—…Y tenías razón sobrada. Es una labor superior a mis fuerzas. Hay otra de la que debo ocuparme antes. Debo procurar educarme a mí misma. Tú no eres capaz de ayudarme en esta tarea. Para ello necesito estar sola. Y por esa razón voy a dejarte.
HELMER.—(Se levanta de un brinco.) ¿Qué dices?
NORA.—Necesito estar completamente sola para orientarme sobre mí misma y sobre lo que me rodea. No puedo quedarme más contigo.”