
La casa en Mango Street, 1984
Sandra Cisneros
Estados Unidos / México
¿Por qué la elección?
Entre las muchas lagunas y omisiones de la gran industria editorial, quizá una de las más irónicas y chocantes es el déficit de literatura chicana en el campo de la traducción al español, esto es, de obras escritas por autores y autoras mexicano-estadounidenses y de ascendencia latinoamericana en general. Se trata de un vacío ominoso, con cierto tufillo a clasismo, que priva a los lectores hispanohablantes de conocer un universo potente, robustecido por los movimientos políticos y estéticos de los chicanos de las últimas seis décadas, lleno de voces dotadas de fuerza y poesía que, además, ofrecen un espejo insustituible para comprender una parte importante de la historia reciente del continente americano.
Por su parte, la literatura chicana escrita por mujeres durante los últimos años tiene, sin duda, dos hitos claramente discernibles que abrieron el paso a un movimiento que hoy goza de un saludable nicho en su país; dos libros que irrumpieron con fuerza en los años ochenta: Borderlands, el combativo manifiesto político-poético de Gloria Anzaldúa, y La casa en Mango Street, la primera novela de Sandra Cisneros (1954), que contra todo pronóstico se convirtió en un fenómeno de ventas.
Narrada por cuadros cortos, a manera de viñetas o postales, Cisneros retrata la vida desarraigada de las mujeres latinas en las grandes ciudades de Estados Unidos, y se concentra especialmente en las distancias que separan a las hijas de sus padres, no solo por una brecha generacional sino, sobre todo, por una barrera de lenguaje y una radical ruptura cultural: la prolongación involuntaria de patrones de sometimiento, la exposición temprana al trabajo y la vida urbana, el machismo presente en las familias inmigrantes, la racialización, la promesa incumplida del sueño americano, todo ello y más lo narra Cisneros con pasmosa sencillez a través de la mirada de Esperanza, una joven chicana que escribe cuentos sobre la calle en la que vive y que entiende desde muy temprano que no pertenece a ningún sitio.
Ficha técnica
“… que viviera que para eso estaba. ¡O qué! ¿Va a dejar uno de vivir po“Era el nombre de mi bisabuela y ahora es mío. Una mujer caballo nacida como yo en el año chino del caballo —que se supone es de mala suerte si naces mujer —pero creo que ésa es una mentira china, porque a los chinos, como a los mexicanos, no les gusta que sus mujeres sean fuertes. (…) Yo me pregunto si ella hizo lo mejor que pudo con lo que le tocó, o si estaba arrepentida porque no fue todas las cosas que quiso ser. Esperanza. Heredé su nombre, pero no quiero heredar su lugar junto a la ventana.”
[…]
“Mi madre dice que cuando yo crezca mi pelo polvoriento se aplacará y mi blusa aprenderá a mantenerse limpia, pero he decidido no crecer mansita como las otras, que ponen su cuello en la tabla de picar en espera de la cuchilla. (…) He comenzado mi propia guerra silenciosa. Sencilla. Segura. Soy la que se levanta de la mesa como los hombres, sin volver la silla a su lugar ni recoger el plato.”
[…]
“Yo pude haber sido alguien, ¿sabes?, dice mi madre y suspira. Toda su vida ha vivido en esta ciudad. Sabe dos idiomas. Puede cantar una ópera. Sabe reparar la tele. Pero no sabe qué metro tomar para ir al centro.”