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  • La larga vida de Marianna Ucrìa, 1990

    Dacia Maraini

    Italia

    ¿Por qué la elección?

    Solo con la irrupción de las nuevas corrientes historiográficas de la segunda mitad del siglo XX se pudo reconocer algo que debería haber sido obvio, y es el hecho de que las mujeres también impulsaron las revoluciones políticas, científicas y estéticas de Occidente, y que el vacío ominoso de personajes femeninos en los relatos históricos no es más que otra absurda demostración de fuerza en la enrevesada estructura de poder que sostiene al patriarcado a nivel de los discursos.

    En este sentido, los relatos dominantes sobre la Ilustración del siglo XVIII en Europa, que marcó el ascenso de la burguesía y el pensamiento científico y la decadencia de la nobleza, retratan un medio intelectual aparentemente despoblado de mujeres, o bien éstas aparecen como telón de fondo, en posiciones de mecenazgo, servicio o franca sumisión; y aunque es cierto que las convenciones de la época no les permitían mayores espacios, no es menos cierto que, por ejemplo, la figura de la mujer letrada, tanto en la educación como en la política, fue definitiva para la circulación de las nuevas ideas de la modernidad, así hayan sido condenadas a un anonimato todavía insalvable.

    En La larga vida de Marianna Ucrìa, la italiana Dacia Maraini (1936) urde el argumento perfecto para condensar en un solo personaje muchos de los aspectos en que las mujeres moldearon el XVIII europeo: una aristócrata que es violada muy niña y queda sordomuda, y que por ello vive relativamente distanciada de su propia clase, ajena a su propio cuerpo, sumergida en peligrosas lecturas racionalistas y, al mismo tiempo, sujeta a la reproducción de las violencias que mantienen a su familia aferrada a unos privilegios cada vez más inciertos, puesto que las mujeres eran absolutamente claves para la nobleza en la preservación de la propiedad mediante la herencia, el matrimonio y la descendencia. La vida de Marianna y las mujeres que la rodean (no sólo las aristócratas) narra una parte importante de una historia de Europa parcialmente borrada.

    Ficha técnica

    “Son siempre las mismas mujeres de inteligencia abandonada a la pereza en los patios de las delicadas cabezas peinadas con arte parisiense. De madre a hija, de hija a nieta, siempre atareadas en dar vueltas en torno a los problemas que acarrean los hijos, los maridos, los amantes, los sirvientes, los amigos, y en inventar nuevas argucias para no ser aplastadas por ellos. Sus hombres tienen otras preocupaciones, otros júbilos, distintos y paralelos: la administración de las propiedades lejanas, desconocidas, el futuro de las estirpes, la caza, el juego, los coches, el galanteo, las cuestiones de prestigio y de precedencia.”

    […]

    “Casarse, parir, casar a las hijas, hacerlas parir y obrar de manera que las hijas casadas hagan parir a sus hijas para que éstas a su vez se casen y paran… Voces de la sensatez familiar, voces almibaradas y convincentes que han rodado a lo largo de los siglos conservando en un nido de plumas ese huevo precioso que es la progenie.”

    […]

    “Es vuestra mutilación lo que os hace única: fuera de los privilegios, aunque estéis metida en ellos hasta el cuello por derecho de sangre; fuera de los estereotipos de vuestra estirpe a pesar de que forman parte de vuestra propia carne.”

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