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  • Las tribulaciones del estudiante Törless, 1906

    Robert Musil

    Alemania

    ¿Por qué la elección?

    La monumental y a veces abstrusa obra del escritor austríaco Robert Musil (1880-1942) tiene, sin duda, su principal hilo conductor en una preocupación fija por el deterioro ético y estético de la modernidad europea, así como por los peligros de la racionalización del poder en una burocracia estatal como la del imperio austrohúngaro, misma que acorralaba a los personajes de Kafka, su contemporáneo. Nacido en la alta burguesía, educado en una escuela militar y graduado de ingeniería, psicología y filosofía, Musil hizo de aquel asfixiante entorno el escenario central de sus ficciones: un paisaje donde la autenticidad individual y el goce poético están permanentemente amenazados por un poder ubicuo e impersonal.

    Dichas preocupaciones pueden rastrearse, incluso, desde Las tribulaciones del estudiante Törless, su primera novela, que se inscribe en la tradición de los relatos de formación y cuyo protagonista, igual que Musil, atraviesa una etapa crucial de su crecimiento en un instituto militar para varones ubicado en la actual República Checa. Allí es donde Törless, un adolescente introspectivo, vive unos días turbulentos en los que su despertar sexual se entrevera con la apertura de su consciencia hacia las confusas relaciones entre la razón y la sensualidad, entre el conocimiento y la experiencia empírica.

    Trastocando cierto homoerotismo de inspiración griega, según el cual el sexo entre los hombres jóvenes constituye una vía para el conocimiento de la belleza, Musil describe cómo en aquel instituto tales encuentros son posibles por la humillación sistemática de Basini, un joven que se pone en deuda con los matones de la clase y termina sometido a todo tipo de vejámenes, ante los cuales el mismo Törless cede movido por un deseo ciego, mezcla de excitación y remordimiento. El opresivo entorno social del instituto, que reproduce hacia adentro las jerarquías y las luchas del poder masculino, despoja a estas relaciones de todo matiz amoroso y las convierte en instrumento de dominación.

    Ficha técnica

    “Cuando todavía era muy pequeño –sí, sí, eso era–, cuando todavía llevaba vestiditos y aún no iba a la escuela, tuvo épocas en las que sentía un anhelo inexpresable por ser una niña. Y ese anhelo no radicaba en su cabeza, oh, no, tampoco en su corazón, le hacía cosquillas en todo el cuerpo y se le metía por doquier, debajo de la piel. Incluso había momentos en que se sentía tan vivamente como una niña, que estaba convencido de que no podía ser de otro modo. Pues en ese entonces no sabía del significado de las diferencias corporales y no entendía por qué desde todos lados le decían que siempre tendría que seguir siendo un niño. Y cuando le preguntaban por qué creía ser una niña, sentía que eso no se podía explicar…”

    […]

    “Dice que si no me golpeara tendría que creer que soy un hombre y que entonces no podría ser tan suave y cariñoso conmigo. Pero así soy como una cosa suya y no tiene por qué avergonzarse.”

    […]

    “La impresión no habría sido diferente si se hubiera encontrado frente a las formas hermosas, pero todavía alejadas de cualquier connotación sexual, de una muchachita muy joven. Un avasallamiento. Una admiración. Y la pureza que involuntariamente irradiaba de ese estado era lo que acarreaba esa aparente inclinación hacia Basini. (…) Se trataba de la sensualidad secreta, sin objeto, no referida a nadie, melancólica, propia de los adolescentes, que es como la tierra húmeda y negra de la primavera, cargada de semillas, y como oscuras corrientes subterráneas que sólo necesitan de un pretexto fortuito para romper los muros que las contienen.”

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