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  • Nunca fui primera dama, 2008

    Wendy Guerra

    Cuba

    ¿Por qué la elección?

    Para las generaciones nacidas en Cuba entre 1959 (año del triunfo de la insurrección guerrillera en la isla) y 1989 (cuando finaliza el dominio del bloque soviético tras la caída del muro de Berlín) no existen madres ni padres propios: sus progenitores les han cedido a un proyecto colectivo, nacional, destinado a formar “niños pioneros”. Su madre es la Revolución y su padre es Fidel Castro, líder y patriarca del experimento cubano. Hijos de guerrilleros, hippies y militantes convencidos que, por ser aún muy jóvenes, no participaron en la gesta revolucionaria, aquellos niños crecieron juntos en internados y campamentos y, al mismo tiempo, se criaron más o menos solos, sin mayores referencias adultas en sus casas. Mientras tanto sus padres, a quienes aprendieron a ver como camaradas, se dedicaban a sostener el proyecto socialista. Éste es el panorama que plantea la cubana Wendy Guerra (1970) en su novela Nunca fui primera dama, relato autoficcional que enlaza la vida de tres rebeldes mujeres desde la voz de Nadia, la menor de las tres y trasunto de la autora, con quien comparte el mismo apellido y algunos hechos biográficos.

    Artista y locutora de la radio estatal, Nadia reclama para sí el derecho a una voz propia, individual, en una sociedad donde incluso las experiencias más íntimas se viven como hechos colectivos. Entiende que para hallar esa voz tiene que hallar primero a su madre, quien abandonó la isla cuando ella era muy niña. Nadia intuye que en la memoria de aquella mujer están las piezas perdidas de su propia identidad.

    En dicha búsqueda se topa recurrentemente con la figura de Celia Sánchez, antigua benefactora de su madre y principal figura femenina de la Revolución, opacada por el panteón de hombres barbudos que suelen asociarse con aquella épica. Las tensiones entre lo privado y lo público que hilan las historias de estas tres mujeres evidencian la desigualdad de género que subyace en el proyecto cubano y, en general, en los experimentos socialistas del siglo XX.

    Ficha técnica

    “Hubo días en que me sentí huérfana o, lo diré de un modo más conciliador: Hija de la Patria.”

    […]

    “Mis padres no hicieron la guerra para el triunfo porque eran muy jóvenes, pero tampoco llegaron a tiempo para las libertades de esta idealidad. Apenados por no haber hecho la Revolución, la sostenían. Cargaban la sociedad como quien soporta una viga sobre el cuerpo; pero casi siempre felices de ser parte, de ser una voz dentro del gran coro, también resistieron. Al centro mismo de esa generación atrapada, se aislaron, no encontraron salida.”

    […]

    “Apareció mi madre. Voy en un taxi a buscarla. Sus viejos amigos, antes parias, guerrilleros, artistas hippies, gente pobre, hoy son ejecutivos, empresarios, personas de éxito. Los otros han quedado en el camino. Han muerto o ya no están visibles. El muro lo derrumbaron los fuertes; los débiles se desplomaron con él.”

    […]

    “Ellos organizaron nuestras vidas para alimentarnos la ilusión de felicidad. Fue tan real, que aunque nunca existió, hasta la extrañamos. ¿Fueron libres?, ¿Fueron felices?, ¿Debieron quedarse como mi padre? ¿Irse como mi madre?”

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