
Robinson, 1958
Muriel Spark
Escocia
¿Por qué la elección?
En el conjunto de obras que conforman el canon literario de las “robinsonadas” –en su mayoría historias sobre hombres (casi todos ciudadanos de imperios europeos) varados o recluidos en islas desiertas o semidesiertas, que dominan a la naturaleza (y, en ocasiones, a otros hombres) por virtud de su virilidad y su ingenio–, el Robinson de la escocesa Muriel Spark (1918-2006) destaca por ser el único escrito por una mujer –y con una mujer como protagonista– que se cita con frecuencia como referencia obligada de aquel subgénero en el que los únicos nombres inapelables son los de William Shakespeare, Daniel Defoe y Johann Wyss.
Autora de ficciones delirantes, intrincadas y de un sensible espesor metafísico, de brillantes tramas filosóficas con un misterioso atractivo para el gran público, el temprano éxito de Spark no logró, empero, que este libro tuviera en su momento la consideración de la que hoy goza como una especie de tesoro rescatado; por el contrario, durante mucho tiempo se le consideró como la más desconcertante y críptica, así como la más confusamente autobiográfica de sus novelas, pues en ella se lee el rastro de su corto y tortuoso matrimonio con el violento padre de su hijo.
January, la narradora, católica conversa y única mujer sobreviviente en un accidente aéreo, habita con otros dos pasajeros la isla de un misántropo llamado Robinson, cuya única compañía es un niño portugués más bien corto de luces. En su relato sobre los días que pasaron mientras esperaban su rescate, la mujer desmitifica con ironía y sensibilidad la entelequia del varón autosuficiente y, en su lugar, desnuda la precariedad moral y espiritual de aquellos hombres incapaces de cuidar nada (ni siquiera un huerto), su conducta destructiva y avasallante con el entorno y con los otros, y asimismo alumbra las situaciones que los hacen frágiles y vulnerables en su masculinidad, sobre todo con relación a ella misma, por cuanto esperan endilgarle el desvalimiento del que ellos precisamente hacen gala.
Ficha técnica
“En algunos hombres se discierne con facilidad cierta indiferencia no precisamente hacia las mujeres sino hacia el elemento femenino en las mujeres, que puede ser interpretado de numerosas maneras. En Robinson yo había notado algo más que indiferencia: una suerte de neutralidad agresiva, al menos en lo que hacía en su actitud hacia mí, y pensé que era probable que pudiera ser sumamente hostil a las mujeres en general.”
[…]
“–Deberíamos traer limones –dije–. El té con limón es rico. Estoy segura de que podríamos cultivarlos aquí.
–No se podría –dijo Robinson.
“No si dependiera de ti”, pensé, porque la ausencia de cultivos en la isla era un motivo de irritación permanente para mí. No se trataba solamente de que ese hecho ofendiera algún instinto de economía y de producción. Había algo más; ofendía mi sentido estético. Si uno elige una vida que no sigue un patrón convencional, está obligado a hacer de ella un arte; de lo contrario, se convierte en un desastre.”
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“Me había cruzado antes con hombres que creían que todo otro hombre que no estableciera un contacto físico inmediato con su presa femenina era homosexual. Y algunos que conozco consideran que todos los célibes son homosexuales.”
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“Hundir en las aguas de la memoria el miedo y la exasperación que sentimos puede ser una treta de nuestra mente, pero también puede ser una verdad de la mente.”