
© Cecilia Vicuña
Ángel de la menstruación, 1973
Cecilia Vicuña
Chile
¿Por qué la elección?
Ángel de la menstruación, una de las pinturas de juventud de Cecilia Vicuña (1948), extiende el hilo rojo, la sangre que es “la continuidad de la vida humana” y “la conexión con el cosmos” y con ese hilo conecta años de una obra rica en lenguajes ancestrales.
La imagen es la representación de un ángel femenino, desnudo, sentado sobre una serpiente amarilla. Sus ojos pequeños miran al frente, su pierna derecha entreabierta expone la sangre que brota de su vagina y su brazo en contorsión juega con un hilo rojo. Ese hilo rojo dice, es “la fuerza liberadora de la visión de la menstruación como algo negativo” por parte de la cultura patriarcal, dominante y restrictiva, que alecciona a las mujeres a odiar su útero y su sangre, es decir, a odiarse a sí mismas.
Esta poeta y artista multifacética, exiliada durante la dictadura de Pinochet y considerada precursora del arte conceptual chileno, viene trabajando desde los años sesenta, pero solo hasta hace una década logra pleno reconocimiento. Ella lo adjudica a su condición de mujer, a su sangre indígena y al predominio del universo masculino.
Vicuña busca respuestas en la filosofía de sus ancestros, a los que evoca a través de creaciones inspiradas en el quipu (nudo en quechua), una especie de escritura de las civilizaciones andinas basada en cuerdas de lana y nudos de algodón que registran información. La sangre aparece de nuevo en la instalación Quipu menstrual presentada en la Documenta 14, en 2017. El quipu, desde la perspectiva de la artista, representa la menstruación y lo concibe como el “cordón umbilical cósmico” con el que quiere representar la amenaza del fin de nuestra especie por el impulso destructivo de la cultura humana. No hay nada como la menstruación, dice, “nada como el material cósmico que nos conecta con esa infinita continuidad de la vida”.
Ficha técnica

El quipu menstrual, 2017
© Cecilia Vicuña

El quipu menstrual, 2017
© Cecilia Vicuña