¿Por qué la elección?

El sustrato de las prácticas artísticas de Adriana Bustos (1965) son las investigaciones históricas y sociales, en particular su indagación sobre las relaciones de poder. Su trabajo parte de la premisa de que las imágenes construyen narrativas que dan sentido a determinados discursos que modelan la manera de pensar, ver y decir. El colonialismo es la génesis, según Bustos, de la subjetividad actual, de la manera de pensar y de relacionarnos. En ese proceso se jerarquizaron personas y culturas; se excluyeron relatos y se fundó una forma de producir, explotar y comercializar que persiste hasta el día de hoy.

Antropología de la mula es un proyecto que desarrolló entre 2007 y 2011. Las mulas eran, en el periodo colonial, animales de carga funcionales a la explotación, transporte y comercialización de metales. Hoy se llama “mulas” a las personas –en su mayoría mujeres– que transportan en su cuerpo drogas ilegales. Bustos superpone las rutas coloniales de explotación y exportación de plata y cobre con las rutas actuales del tráfico ilegal de estupefacientes.

En la actual provincia de Córdoba, Argentina, en el siglo XVI se criaban mulas que harían el recorrido que terminaría en las minas de Potosí. Actualmente, en la ciudad de Córdoba, una cárcel alberga mujeres que en un 70% cumple condenas por narcotráfico. Adriana Bustos las entrevistó y realizó retratos y láminas que sintetizan sus experiencias como “mulas”. El material producido reconstruye las rutas que cada una realizó y representa su sueños al emprender sus viajes: volver a su país, abrir una peluquería, ayudar a su familia. Las retratadas, de espaldas, dirigen su mirada a los anhelos frustrados. Con sutileza, Antropología de la mula llama la atención sobre el tráfico de drogas, una situación en la que los cuerpos de las mujeres son usados como envases disponibles para un negocio que nunca las beneficia.