¿Por qué la elección?

María Blanchard, como tantas otras mujeres en la historia de la pintura, tuvo un reconocimiento tardío e insuficiente. Blanchard hizo parte de los movimientos artísticos de vanguardia al lado de nombres como Pablo Picasso, Jacques Lipchitz, Diego Rivera, Juan Gris, Modigliani y Marie Vassilieff, quien la introdujo al cubismo. María Gutiérrez Blanchard (1881 – 1932), nació en Santander, España, con una malformación física en la espalda. Su joroba, que la hizo objeto de burla, no hubiera sido un problema si ella no hubiera sido mujer. Esta situación afectó no sólo su vida personal, sino la lectura que se ha hecho de su obra, en la que se ha privilegiado la narración biográfica sobre el valor de su trabajo y sus aportes como artista. Blanchard fue becada en 1909 para estudiar en la Academia Vitti en París, se instala de forma definitiva en esa en ciudad en 1916, año en el que penetra de lleno en el cubismo y adopta el apellido de su madre. Su nombre figuró en el marco de las más relevantes exposiciones de la vanguardia de principios del S. XX, consolidándose como uno de los referentes indiscutibles del movimiento cubista.

En 1921, y en pleno auge de su carrera artística, expuso en París La comulgante, que ha sido considerada una de las pinturas más emblemáticas de su etapa previa al cubismo y que pareciera anticipar el estilo figurativo que tendrá posteriormente y que desarrollará hasta su muerte. Acá presenta una niña en su primera comunión, en la infancia, que fue uno de sus temas recurrentes, como también lo fueron la maternidad y las mujeres presentes en obras como Mujer con vestido rojo, Dos hermanas, La española, Pianista, Maternidad o Mujer con abanico, su primer cuadro cubista. A pesar de que María Blanchard impactó las vanguardias parisinas, la historia del arte la desestimó por mucho tiempo.