¿Por qué la elección?

Porque Clemencia Lucena (1945-1983) acompaña la crítica a las representaciones femeninas imperantes, pero la enriquece con su mirada sobre la burguesía y la puntual subordinación de las mujeres bajo el capitalismo. Examina el lugar de las mujeres cuando los hombres trabajan, la tarea que hacen, el salario que no reciben.

Seis trabajadores interrumpen su trabajo y hacen huelga, sin duda para exigir mejores condiciones laborales. A la derecha, un poco más atrás, tres mujeres les preparan la comida. Detrás, sobre la pared, se lee la inscripción “Viva la huelga”. Las mujeres asisten a la huelga, pero no están en huelga. Su labor no cesa y las condiciones en las que la ejercen no son negociables. La huelga cuestiona la lógica capitalista y patriarcal de la sujeción de la mujer al espacio doméstico, al tiempo que naturaliza el rol femenino. Las organizaciones de izquierda –en las que Lucena militaba–, problematizaron, durante la década de los sesenta y los setenta, las condiciones de explotación que imponía el sistema capitalista sobre los cuerpos y las vidas de las personas. Pero ahí no estaban comprendidos los cuerpos y las vidas de las mujeres.