¿Por qué la elección?

Hannah Wilke (1940-1993) se destacó por sus piezas hechas con materiales poco convencionales: con látex, arcilla, pelo y chicle creó obras tan disruptivas en su materialidad como en su contenido. “Elegí el chicle porque es la metáfora perfecta de las mujeres estadounidenses..." dice Wilke. "...máscala, extrae lo que quieras de ella, escúpela y métete una nueva”.

Sus pequeñas esculturas parecen conchas de mar; evocan pequeños nidos, o cajas y remiten, inevitablemente, a vulvas. Wilke puso esas esculturas sobre árboles, las colgó sobre paredes y en vitrinas. También sobre su cuerpo.

S.O.S. Starification Object Series es su trabajo más conocido. En esta acción performática Wilke hizo que los asistentes masticaran chicle. Les pidió después que le devolvieran esos chicles mascados y, dándoles forma de minúsculas vulvas, los dispuso sobre sus pechos, su cara y sus brazos. Buscaba así frustrar las expectativas de un espectador que, atraído por su cuerpo –su cuerpo desnudo y disponible– se sentiría sin embargo repelido por las impresiones de otros, por la saliva ajena.

Hannah Wilke produjo su obra en un momento de fuerte represión del deseo y el placer femeninos y por la ineludible reclusión de las mujeres al espacio doméstico. Identificada con, pero también crítica de la segunda ola feminista, Wilke usó su cuerpo como soporte y se atrevió a trabajar asuntos como la sexualidad, el machismo, el deterioro del cuerpo, la enfermedad. El tratamiento de su cuerpo en su obra es aún hoy un símbolo a la hora de pensar en un arte feminista, un arte que buscó tensionar el paradigma hegemónico del quehacer artístico y poner a pensar a las mujeres sobre su sexualidad y sobre su manera de habitar sus cuerpos.